jueves, 9 de octubre de 2008

LA MENTE DE ADOLFO HITLER

COMO SE CONCEBÍA HITLER A SI MISMO.
Imágen tomada de: http://www.alu.ua.es/t/tmf/HITLER.jpg

Hitler fue un humano, sin embargo las atrocidades cometidas no dan cuenta de ello.
Es importante entonces conocer un poco como era Hitler o más bien como se concebía a si mismo; aspecto importante que lo lleva según él a cumplir una misión que le fue encomendada, sin pensar que para ello debiera pasar por encima de las demás personas.

Utilizando una figura retórica Hitler se describía así: “sigo mi camino con la precisión y la seguridad de un sonámbulo” [1] ; en otras ocasiones se describía utilizando las palabras de San Mateo: “como una voz que grita en el desierto” [2] y más a menudo se refería a sí mismo como al “führer” [3].

Hitler se consideraba autoridad incuestionable en cualquier campo (economía, educación, cine…); se creía juez sobresaliente en cuestiones legales e incluso el mejor de los arquitectos alemanes. Se enorgullecía de su dureza y manifestaba su omnipotencia, pues nadie podía atreverse a refutarlo.
Estas características tan particulares fueron atribuidas a relaciones entre Hitler y la astrología, pero él había prohibido esta práctica en Alemania antes de la guerra, lo cual no quería decir que estuviese en contra de ella (tampoco manifestaba estar a favor), pues no le molestaba utilizarla (en especial las predicciones) como arma para aumentar sus seguidores y la creencia en su movimiento.
Según él las particularidades que poseía- grandeza, infalibilidad, omnipresencia…-, no se debían a ningún esfuerzo intelectual, pues consideraba que éste era inútil cuando se trataba de guiar una nación.

En cuanto a su destino creía ciegamente que le había sido encomendada la misión de redimir al pueblo alemán, rehacer Europa y en general construir un nuevo orden social para el mundo basándose en la “voz interior” que lo conduciría por el camino exacto con la seguridad de un sonámbulo; dicha voz no sería más que las predicciones de la
Divina providencia (Dios), quien además lo protegería en tan ardua labor.

Con el paso del tiempo Hitler se consideraba cada vez más grande e incluso el Mesías o elegido, dicha consideración lo llevó a identificarse con Jesucristo, pero aclarando que no con aquel que había sido crucificado (lo consideraba débil), sino uno que debía ser duro si quería salvar a Alemania.

En conclusión Hitler consideraba que debía ser inmortal ante los alemanes, cualquier cosa que hiciere debía dejar su marca con la cual sería recordado por siempre; e incluso buscó herramientas y métodos (como monumentos) por los cuales fuera elogiado aún después de muerto.

Eh aquí una frase con la cual Hitler se consideraba el más grande señor de la guerra:
yo no juego a la guerra. No permito que los “generales” me den órdenes. La guerra la conduzco yo. El momento preciso del ataque será decidido por mí. Sólo existirá un momento que será realmente auspicioso y esperaré ese momento con inflexible determinación. Y no lo dejaré pasar…”.
[4].

[1]C. LANGER, Walter. La mente de Adolfo Hitler. Barcelona: Gijalbo, p39.
[2]Ibib., p39
[3]Ibib., p39
[4] Rausching, Gespraeche mit Hitler, pag 16. Citado por: C. LANGER, Walter. La mente de Adolfo Hitler. Barcelona: Gijalbo, p34.



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